La familia Cerambycidae es uno de los grupos más diversos del orden Coleoptera, conociéndose más de 25000 especies descritas en todo el mundo (Vives 2000), pero estimándose que su número puede llegar hasta 35000 especies (Lawrence 1982).
Los Cerambycidae, junto con las familias Oxypeltidae, Vesperidae, Disteniidae, Megalopodidae, Orsodacnidae y Chrysomelidae, conforman la superfamilia Chrysomeloidea. A su vez, esta familia está dividida en nueve subfamilias: Parandrinae, Prioninae, Lepturinae, Spondylidinae, Necydalinae, Dorcasominae, Apatophyseinae, Cerambycinae y Lamiinae (Bouchard et al. 2011).
La familia tiene una distribución cosmopolita, aunque su mayor riqueza específica se encuentra en los trópicos. El único continente donde no existen representantes de este grupo es en la Antártida. En América las subfamilias representadas son Parandrinae, Prioninae, Lepturinae, Spondylinae, Necydalinae, Cerambycinae y Lamiinae y el número de especies y subespecies conocidas hasta la fecha es de casi nueve mil (Monné y Bezark 2011).
La estructura morfológica de este grupo es quizás la más diversa dentro del Orden Coleoptera, aunque ésta se manifiesta casi exclusivamente en el estado adulto (Linsley 1961). El factor causal de esta diversidad estructural no parece ser único y factores como los hábitos de vida de sus especies, la depredación y la selección sexual parecen haber tenido un papel importante en este aspecto. Como ejemplo podemos mencionar la forma del cuerpo debida a la parte de la planta en donde se desarrollan, como el caso de Spalacopsis, donde las larvas de sus especies se desarrollan en ramas delgadas y los adultos presentan un cuerpo delgado y alargado o de Smodicum, cuyas larvas viven bajo la corteza y los adultos presentan el cuerpo aplanado. La depredación ha sido importante en el establecimiento de numerosos patrones de mimetismo, pudiéndose encontrar mímicos de modelos como hormigas, abejas, avispas, lícidos, cantáridos o crisomélidos. Casos notables son los de la tribu Rhinotragini, en la cual todas sus especies mimetizan principalmente avispas o abejas; Tillommorphini en la que mimetizan hormigas o Pteroplatini y Hemilophini, en las cuales encontramos especies que mimetizan a coleópteros de la familia Lycidae (Linsley 1961b). La presencia de espinas en numerosas partes del cuerpo es común en Cerambycidae y también parece ser resultado de presiones ejercidas por la depredación, como ha sido registrado en especies del género Eburia (Chemsak y Linsley 1970). La selección sexual es otro factor que ha contribuido en esta diversificación estructural, la cual generalmente se ha manifestado en el largo y forma de las antenas, el agrandamiento de las mandíbulas y el alargamiento de las patas anteriores (Linsley 1961a, Zeh et al. 1992).
Todas las especies de este grupo son exclusivamente fitófagas en estado larval, registrándose dentro del grupo toda una gama de hábitos alimenticios. La mayoría se alimenta de madera recién muerta o previamente dañada, algunas de árboles o arbustos vivos y otras de madera podrida. Respecto a la parte de la planta que utilizan, hay especies que consumen raíces, troncos, ramas, semillas, frutos o tallos herbáceos de plantas anuales (Linsley 1959, 1961a).
La Especificidad hacia sus plantas hospederas es muy variable; hay desde muy específicas hasta altamente polífagas. Los cerambícidos utilizan tanto las gimnospermas como las angospermas, aunque en el caso de las especies polífagas, éstas se limitan solamente a uno de los dos grupos de plantas. En general, los Spondylinae, Aseminae y Callidini menos especializados están asociados a coníferas y la mayoría de los Lamiinae y los más especializados Cerambycinae están restringidos a angiospermas (Linsley 1959).
Los individuos de este grupo habitan principalmente en bosque y selvas y su papel ecológico es iniciar el proceso de degradación de la madera muerta. Su lugar en la sucesión de insectos que interviene en la degradación varía de acuerdo con la especie, los hospederos y la región, aunque de manera general, este grupo es considerado fundamental en el inicio del proceso de degradación. En condiciones de perturbación o explotación, algunos cerambícidos puden provocar serios daños a especies arbóreas de valor comercial o en algunos casos, atacar plantas vivas de valor ornamental u hortícola (Dajoz 1978), Linsley 1959, 1961a).
Literatura citada
Bouchard, P., Y. Bousquet, A. E. Davies, M. A. Alonso-Zarazaga, J. F. Lawrence, C. H. C. Lyal, A. F. Newton, C. A. M. Reid, M. Schmidt, S. Adam Slipinski y A. B. T. Smith. 2011. Family-group names in Coleoptera (Insecta). ZooKeys 88:1-972.
Dajoz, R. 1978. Los insectos xilófagos y su papel en la degradación de la madera muerta. Pp. 267-315. En: P. Pesson (Ed.). Ecología forestal. Mundiprensa, Madrid.
Lawrence, J. F. 1982. Coleoptera. Pp. 482-553. En: S. Parker (Ed.). Synopsis and classifications of living organisms. McGraw-Hill, New York.
Linsley, E. G. Ecology of Cerambycidae. Annual Review of Entomology 4:99-138.
Linsley, E. G. 1961a. The Cerambycidae of North America. Part I. Introduction. University of California Publications in Entomology 18:1-135.
Linsley, E. G. 1961b. Lycidlike Cerambycidae. Annals of the Entomological Society of America 54(5):628-635.
Monné, M. A. y L. G. Bezark. 2011. Checklist of the Cerambycidae and related families (Coleoptera) of the Western Hemisphere.
Vives, E. 2000. Coleoptera: Cerambycidae. pp. 1-716. In: M. A. Ramos (Ed.) Fauna Ibérica. Volumen 12. Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC, Madrid.